En este mes de
julio, recuperando la actividad “la pieza del mes” queremos destacar el
carretón, este mueble de madera, en este caso sin ruedas, aunque su tipología
será más amplia, la cual comentaremos posteriormente, cuya finalidad era
colocar al infante, para poder vigilarlo
en una habitación determinada. En los laterales, se añadían especies de
bandejas donde se colocaban juguetes o similares para entretener al pequeño, si observamos este caso concreto podemos ver como la cascara seca de
algunos frutos también servían de distracción.
Los carretones
infantiles, cuyo origen es medieval, son el antecedente de los modernos tacatás
y de las tronas. Se diferencian de los andadores, en que no eran artefactos
pensados para aprender a andar, sino para que el niño se mantuviera seguro, ya
fuera sentado o pie. También para su distracción ya que algunos contaban con
ruedas, lo que permitían su desplazamiento con el empuje de la madre.
Otra tipología
de los mismos incluían una estructura con asiento y bandeja.
El objetivo de
este tipo de mobiliario infantil no es propiamente que el bebé aprenda a andar,
sino que se mantenga en equilibrio y sobre todo, pueda tenérsele controlado en
un espacio determinado y entretenido. La funcionalidad de la bandeja, como se
mencionó anteriormente, es la de poder poner pequeños objetos con los que pueda
jugar.
Fueron
empleados en todos los estamentos, pues se ha encontrado documentación gráfica
de este tipo de artilugios tanto en retratos infantiles del siglo XVII como en
escenas cotidianas de las clases trabajadores de finales del siglo XIX.
El diccionario
de la RAE define el carretón como “taburete sobre cuatro ruedas pequeñas en
donde se pone a los niños que están en mantillas. “
Aunque a veces
estos ingenios aparecen erróneamente definidos como andadores, cosa que no son, ya que no
permiten que el niño pueda andar por sí solo, como sucede ahora en los
modernos tacatacas.