martes, 8 de octubre de 2019

PIEZA DEL MES OCTUBRE 2019



Fue Hernán Cortés quien en 1520 trajo a España el primer chocolate, alimento habitual en las culturas azteca y maya. A partir de esa fecha el monopolio español sobre el cacao propició la aparición de obradores y fábricas en nuestro país desde donde la afición al chocolate se extendió al resto de Europa.
Para los conquistadores españoles, el chocolate no fue en primera instancia bien recibido, pues no les agradaba su aspecto. Como muchos vegetales y otras hierbas comestibles del Nuevo Mundo, fue aceptado en la mesa de los españoles poco a poco y como consecuencia del concubinato de muchos de los conquistadores ricos con mujeres nativas. Por su parte, también las mujeres españolas fueron familiarizándose con la bebida en sus cocinas. Fueron modificándola, de tal modo que después de beberse frío y sin azúcar, se tomó caliente y endulzado con azúcar de caña. Los saborizantes nativos fueron sustituidos por los del Viejo Mundo, como la canela, el anís y la pimienta negra. Por último, el proceso de espumado lo lograron al batir el chocolate caliente con un agitador de madera: el molinillo.
Ya en el siglo XVII los españoles lo preparaban a su manera, con canela, vainilla y un poco de achiote. Además, en ese mismo siglo, servir un chocolate caliente como bebida llegó a formar parte imprescindible del «agasajo», ritual seguido en las meriendas que los nobles ofrecían a sus visitas. Solía acompañarse de bizcochos y otros dulces para mojar.  La afición al chocolate se plasmó también en la pintura de la época
Las primeras chocolateras estaban realizadas de cobre estañado, material este que resistía el calor. Existían también chocolateras de servicio de porcelana o de plata más lujosas, que disponían de tapa con asa y un mango de madera. Un soporte dispuesto con tres patas la elevaba para colocar debajo un hornillo de alcohol.
La afición al chocolate se plasmó también en la pintura de la época. De esta forma, Francisco de Zurbarán se hace eco de estas primeras chocolateras en sus bodegones así como Antonio de Pereda y Salgado. O ya en el siglo XVIII Juan Pedro Peralta o Luis Egidio Meléndez.
No es de extrañar de este modo, la gran afición de Carlos III al chocolate. El conde de Fernán-Núñez, en su obra 'Vida de Carlos III' comenta que el rey se despertaba a las seis, rezaba, «se vestía, lavaba y tomaba chocolate, y cuando había acabado la espuma, entraba en puntillas con la chocolatera un repostero antiguo, llamado Silvestre, que había traído de Nápoles, y, como si viniera a hacer algún contrabando, le llenaba de nuevo la jícara».
Por último no debemos de olvidar la cercanía de Otero de Escarpizo con Astorga, y es que esta ciudad contaba ya en 1752 con ocho fabricantes censados de chocolate y en 1845 son ya diez las fábricas que se mencionan.
En definitiva, el chocolate se convirtió en el mejor regalo para el estómago y el paladar y la chocolatera en un elemento indispensable en el ajuar doméstico tanto de clases altas como bajas, para hacer y servir este delicioso manjar. Sin embargo, a mediados del siglo XX, estas chocolateras comenzarán a desaparecer ya que en estos momentos el chocolate líquido comienza a ser sustituido por la elaboración de tabletas. De esta forma, la chocolatera que había sido pieza indispensable en las cocinas, va siendo retirada a un segundo plano para pasar a formar parte de las colecciones de los museos.
Así, en el Centro Cultural Etnográfico “Torreón de Pernía” se exponen varias chocolateras que datan de los años 1930 y 1940, ubicadas en la planta baja en el aula de recreación de cocina tradicional y en la primera planta, en la sala expositiva.



Bibliografía:
GARCÍA-HOZ ROSALES, C. y HERRADÓN FIGUEROA Mª A. (coord.): ¡A comer! Ali - mentación y cultura. Museo Nacional de An - tropología, Madrid, 1998.
GONZÁLEZ PÉREZ, C.: “El Museo del Cho - colate de Astorga”. Cuadernos de etnología y etnografía de Navarra, núm. 73, 1999
PÉREZ-TENESSA, A.: “La fabulosa historia del chocolate”. Revista Española de Estudios Agrosociales y Pesqueros, núm. 186, 2000
VV. AA.: En torno a la mesa. Tres siglos de formas y objetos en los palacios y monas - terios reales. Fundación La Caixa, Madrid, 2000