Fue Hernán Cortés quien en 1520 trajo a España el primer chocolate, alimento habitual en las culturas
azteca y maya. A partir de esa fecha el monopolio
español sobre el cacao propició la aparición de obradores y
fábricas en nuestro país desde donde la afición al chocolate se
extendió al resto de Europa.
Para los
conquistadores españoles, el chocolate no fue en primera instancia bien
recibido, pues no les agradaba su aspecto. Como muchos vegetales y otras
hierbas comestibles del Nuevo Mundo, fue aceptado en la mesa de los españoles
poco a poco y como consecuencia del concubinato de muchos de los conquistadores
ricos con mujeres nativas. Por su parte, también las mujeres españolas fueron
familiarizándose con la bebida en sus cocinas. Fueron modificándola, de tal
modo que después de beberse frío y sin azúcar, se tomó caliente y endulzado con
azúcar de caña. Los saborizantes nativos fueron sustituidos por los del Viejo
Mundo, como la canela, el anís y la pimienta negra. Por último, el proceso de
espumado lo lograron al batir el chocolate caliente con un agitador de madera:
el molinillo.
Ya en el siglo
XVII los españoles lo preparaban a su manera, con canela, vainilla y un poco de
achiote. Además, en ese mismo siglo, servir un chocolate caliente como bebida
llegó a formar parte imprescindible del «agasajo», ritual seguido en las
meriendas que los nobles ofrecían a sus visitas. Solía acompañarse de bizcochos
y otros dulces para mojar. La afición al
chocolate se plasmó también en la pintura de la época
Las primeras
chocolateras estaban realizadas de cobre estañado, material este que resistía
el calor. Existían también chocolateras de servicio de porcelana o de plata más
lujosas, que disponían de tapa con asa y un mango de madera. Un soporte
dispuesto con tres patas la elevaba para colocar debajo un hornillo de alcohol.
La afición al
chocolate se plasmó también en la pintura de la época. De esta forma, Francisco
de Zurbarán se hace eco de estas primeras chocolateras en sus bodegones así
como Antonio de Pereda y Salgado. O ya en el siglo XVIII Juan Pedro Peralta o
Luis Egidio Meléndez.
No es de
extrañar de este modo, la gran afición de Carlos III al chocolate. El conde de
Fernán-Núñez, en su obra 'Vida de Carlos III'
comenta que el rey se despertaba a las seis, rezaba, «se vestía, lavaba y
tomaba chocolate, y cuando había acabado la espuma, entraba en puntillas con la
chocolatera un repostero antiguo, llamado Silvestre, que había traído de
Nápoles, y, como si viniera a hacer algún contrabando, le llenaba de nuevo la
jícara».
Por último no
debemos de olvidar la cercanía de Otero de Escarpizo con Astorga, y es que esta
ciudad contaba ya en 1752 con ocho fabricantes censados de chocolate y
en 1845 son
ya diez las fábricas que se mencionan.
En definitiva,
el chocolate se convirtió en el mejor regalo para el estómago y el paladar y la
chocolatera en un elemento indispensable en el ajuar doméstico tanto de clases
altas como bajas, para hacer y servir este delicioso manjar. Sin embargo, a mediados
del siglo XX, estas chocolateras comenzarán a desaparecer ya que en estos
momentos el chocolate líquido comienza a ser sustituido por la elaboración de
tabletas. De esta forma, la chocolatera que había sido pieza indispensable en
las cocinas, va siendo retirada a un segundo plano para pasar a formar parte de
las colecciones de los museos.
Así, en el
Centro Cultural Etnográfico “Torreón de Pernía” se exponen varias chocolateras
que datan de los años 1930 y 1940, ubicadas en la planta baja en el aula de
recreación de cocina tradicional y en la primera planta, en la sala expositiva.
Bibliografía:
GARCÍA-HOZ ROSALES, C. y HERRADÓN FIGUEROA Mª A. (coord.): ¡A comer! Ali - mentación y cultura. Museo Nacional de An - tropología, Madrid, 1998.
GONZÁLEZ PÉREZ, C.: “El Museo del Cho - colate de Astorga”. Cuadernos de etnología y etnografía de Navarra, núm. 73, 1999
PÉREZ-TENESSA, A.: “La fabulosa historia del chocolate”. Revista Española de Estudios Agrosociales y Pesqueros, núm. 186, 2000
VV. AA.: En torno a la mesa. Tres siglos de formas y objetos en los palacios y monas - terios reales. Fundación La Caixa, Madrid, 2000